Si pudiéramos reunir todo lo pútrido, las enfermedades y las tribulaciones del mundo en una sola alma, y después la pusiéramos en una balanza, los tormentos del infierno seguirían siendo aún más grandes y terribles, porque hasta el mismo demonio se estremece por el suplicio del fuego. Pero, para nosotros, que somos tan endebles, aún los tormentos de esta vida nos resultan insufribles. ¿Por qué? Porque, aunque nuestro espíritu a veces es brioso, nuestra carne siempre es débil.

(Traducido de: Sfântul Anatolie de la Optina, Filocalia de la Optina, Editura Egumeniţa, Galaţi, 2009, p. 9)