Hermanos, nuestro Dios es el Dios de los hijos libres, no el de los esclavos. Cristo no descendió a la tierra para reunirnos a la fuerza, sino que vino a llamar voluntarios para Su ejército. El que quiera venir, bien, el que no quiera, no tiene ninguna obligación. Solamente que quien no quiera ser voluntario de Cristo, llegará a ser recluta del demonio, aunque no lo quiera. Porque Cristo dijo: “Quien no está conmigo, está contra mí”. Y quien conduce a todos los que se oponen a Cristo ha sido, desde el comienzo, el oscuro señor del infierno: el demonio.

Hermanos, nacemos aquí, pero no para quedarnos aquí. Vivimos aquí, pero no para esta vida. En el momento en el que nacemos aquí, somos inscritos en el libro eterno de este mundo, entre los habitantes y ciudadanos de aquel reinado de donde no se puede volver jamás. Y mientras más grande es el reflujo en este reinado, más grande es el flujo en el otro.

(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Prin fereastra temniței, Editura Predania, 2009, p. 182)