Palabras de espiritualidad

¿Mandar o servir?

    • Foto: Doxologia

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Translation and adaptation:

El servicio al prójimo es un mandato evangélico, un acto de gran nobleza y una senda expedita hacia la salvación.

El espíritu del amor a uno mismo es distinto al dominio dispuesto por Dios, al cual todo hombre debe someterse (Romanos 13, 1). Es un espíritu de maldad, una interpretación retorcida de la conducta hacia nuestros semejantes y un abuso para con ellos, al utilizarlos como simples herramientas y medios para nuestro provecho personal. Nuestro Señor Jesucristo nos demuestra que este espíritu pertenece a los paganos y es completamente ajeno al espíritu del Evangelio, al decirles a Sus discípulos: “Si alguno de vosotros quiere ser grande, que sea vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero, que sea el servidor de todos; de la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar Su vida por la liberación de todos (Mateo 20, 26-28). Y todo esto lo demostró también con Sus actos, lavándoles los pies a Sus discípulos y entregando Su vida por nuestra salvación. De ahí que entendamos que el verdadero superior no se aprovecha de los demás, sino que les sirve, y les sirve con amor, al punto de ofrecer su propia vida por su salvación.

El hombre tiene un gran valor: es la imagen de Dios y vale tanto como la imagen que porta; ha sido redimido con la preciosísima Sangre de Cristo y vale lo mismo que esa Sangre. Por eso, servir al prójimo es un gran honor, porque es servirle a Dios Mismo: “Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos Mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, dirá el Señor el Día del Juicio (Mateo 25, 40).

El servicio al prójimo es un mandato evangélico, un acto de gran nobleza y una senda expedita hacia la salvación. El espíritu de dominio sobre los demás, que degrada al hombre y lo desciende al orden de las cosas, nos priva de aquellos tres aspectos. Es un espíritu que se halla estrechamente atado al de la preocupación por muchas cosas. En verdad, cuando todo el cuidado del individuo está dirigido a lo material, es normal que también el hombre se transforme en una herramienta, en una cosa, en algo que no vale más que el provecho que produce.

(Traducido de: Protos. Petroniu Tănase, Ușile pocăinței, Editura Trinitas, p. 47-48)