Palabras de espiritualidad

Mantener la humildad, siempre y en todo lugar

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Inclina tu cabeza, diciendo: “Polvo soy y al polvo he de volver”. Y si todo esto te resulta difícil, repite estas palabras divinas: “¡Apiádate de mí, Señor, que soy un pecador, y sálvame!”.

—Padre, ¿por qué cuando alguien se inclina ante usted (como señal de respeto y contrición), usted no levanta la vista del suelo? —le pregunté.

—Hijo, cuando un hermano se inclina ante mí, cuando alguien se arroja a mis pies, con mi mente yo desciendo mucho más abajo, hasta el infierno mismo, y permanezco allí, hasta que dicha persona se levante. Porque yo, siendo un pecador, un impuro, no soy digno de que los hijos de Dios se postren ante mí —me respondió él.

Conmovido por esa respuesta, con un suspiro, exclamé. “¡Señor, ten piedad!”

—No te asombres, hijo, mejor trata de hacer tú lo mismo —agregó.

—Pero... ¿cómo es que baja hasta el infierno? —le pregunté dubitativo.

—Si no puedes descender al infierno, permanece con tu mente más abajo que los pies de tu hermano. Si no puedes hacer esto, al menos di: “¡Soy el más pecador de todos!”. Si ni siquiera esto puedes hacer, inclina tu cabeza, diciendo: “Polvo soy y al polvo he de volver”. Y si todo esto te resulta difícil, repite estas palabras divinas: “¡Apiádate de mí, Señor, que soy un pecador, y sálvame!”.

(Traducido de: Un episcop ascet, Viața și învâțâturile Sfântului Ierarh Nifon, Ed. Mănăstirea Sihăstria, 2010, p. 36)

 

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