Manteniendo el Reino en nosotros
Si perdemos el Reino de Dios de nuestro interior, no nos salvaremos nosotros ni nuestros semejantes.
El hombre que porta en su interior el Reino de Dios, irradia a su alrededor sólo pensamientos santos y divinos. El Reino de Dios obra en nosotros la atmósfera del Paraíso, contraria a la atmósfera diabólica que emana de aquel que lleva el infierno en su corazón. El rol de los cristianos en este mundo es el de purificar la atmósfera y extender el Reino de Dios.
El mundo debe ser conquistado, preservando la atmósfera celestial en nosotros. Y es que, si perdemos el Reino de Dios de nuestro interior, no nos salvaremos nosotros ni nuestros semejantes. Aquel que lleva el Reino de Dios en su interior, es capaz de transmitirlo también a los demás, en misterio. Si mantenemos el Reino en nuestro interior, los demás se sentirán atraídos por nuestra paz y calidez, buscando la forma de permanecer a nuestro lado. Así, poco a poco, la atmósfera de los Cielos los irá conquistando. Ni siquiera es necesario hablarles sobre esto, porque el Cielo se irradiará desde nosotros aún cuando callemos o hablemos de cosas simples; es algo que brilla desde nosotros, aunque no nos demos cuenta de ello.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, Editura Bizantină)