En la educación de los hijos, el ejemplo es mucho más importante que los consejos. Éste se graba profundamente en el alma del niño, de tal forma que, si sucediera que tenga que atravesar un tiempo de incertidumbre, el ejemplo paterno será capaz de hacerlo volver al camino correcto y bueno. No está permitido coaccionar a nuestro hijo, porque él es también una persona libre que tiene el derecho de elegir. Por eso, de gran ayuda es también salir a su encuentro, con amor.

Y, para que haya amor en la familia, el padre debe amar a la madre y demostrárselo visiblemente, cediendo ante sus opiniones más razonables y sacrificando su propio juicio.

Con esto, la mamá se sentirá más descansada, amará más a su esposo y cuidará con nuevos bríos a sus hijos.

El hijo de una familia cristiana volvía cada noche muy tarde, pero su mamá lo esperaba siempre y lo recibía con el mismo cariño al abrirle la puerta... hasta que el muchacho, comprendiendo la intranquilidad de su madre, comenzó a volver cada vez más temprano.

(Traducido de: G. Spiliotis, Părinții duhovnici și copiii. Educația tinerilor în conformitate cu învățătura Sfinților Părinți ai Bisericii noastre, traducere de Ilioniu Georgeta Mariana, Editura Egumenița, Galați, 2006, p. 35)