“Mi paz os dejo, Mi paz os doy”
Quien no se abandone a la voluntad de Dios, al sufrir tribulación, tampoco podrá conocer la misericordia de Dios.
El Señor les dijo a Sus discípulos: “Mi paz os dejo, Mi paz os doy” (Juan 14: 27).
Debemos pedirle a Dios esta paz de Cristo, porque Él se la concede a quien se la pide. Y, al recibirla, debemos conservarla con santidad y multiplicarla. No obstante, quien no se abandone a la voluntad de Dios, al sufrir tribulación, tampoco podrá conocer la misericordia de Dios.
Si te acecha la aflicción, no te desanimes; recuerda que el Señor te observa con misericordia. No te permitas pensar: “¿Cómo podría apiadarse de mí el Señor, siendo yo tan repulsivo?”, porque Él es la Misericordia misma, por esencia. Al contrario, vuélvete a Él lleno de fe, diciendo lo mismo que aquel hijo en la parábola evangélica: “No soy digno de llamarme hijo Tuyo”. Entonces verás cuánto te ama tu Padre, llenándote de un gozo inefable en el alma.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Sfântul Siluan Athonitul, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2009, p. 454)