“¡Milagro, milagro!”. De cómo fueron descubiertas las reliquias de los santos Epícteto y Astión, los más antiguos mártires de Rumanía
Un mes después de recordar a los santos mártires Zótiko, Atalo, Kamasio y Felipe de Niculițel, martitirizados y decapitados por su fe, la región de Dobrogea conmemora a otros dos santos mártires, Epícteto y Astión, los más antiguos de nuestro país, como lo demuestran diversas fuentes hagiográficas.
En el documento que registra el martirio de los santos Epícteto y Astión —del cual se conserva una copia fechada en el siglo XV, en el archivo de la iglesia del Salvador de Utrecht—, se menciona que ambos murieron bajo el régimen opresivo del emperador Diocleciano (284-305).
San Epícteto era originario, probablemente, de la zona de Frigia. Luego de haber sido ordenado, se hizo un incansable mensajero del Evagelio de Cristo en su país, convirtiendo al cristianismo y bautizando en el nombre de la Santísima Trinidad a un gran número de habitantes de aquel lugar. Por la santidad de su vida, recibió el don de sanar a los ciegos y a los poseídos por el demonio. Su discípulo, San Astión, era familiar del senador romano Juliano. En un momento dado de su vida, Astión conoce al padre Epícteto y, después de ser bautizado, parten juntos a la Escitia Menor (Dobrogea), a la ciudad de Halmyris (Almiridensis), situada en la parte meridional del Danubio, en donde nadie sabía ni quiénes eran ni de dónde venían.
Al enterarse de que había dos forasteros exhortando a los habitantes de la ciudad a bautizarse en el nombre de la Santísima Trinidad, el comandante Latronianus montó en cólera y ordenó que Astión y Epícteto fueran arrestados esa misma noche. Luego de varios días de juicio y después de torturarlos de forma atroz, (los hombres de Latronianus) comprobaron con asombro que los dos cristianos permanecían firmes en su fe; por eso, el gobernador dispuso que ambos fueran decapitados, sentencia que se hizo efectiva el día 8 de julio del año 290, en la ciudad de Halmyris. En el acta escrita del martirio de los santos Antón y Epícteto se consigna que los cuerpos de ambos eran blancos como la nieve y que los enfermos que se acercaban a tocarlos con fe y devoción, sanaban inmediatamente.
Después de la emisión del Edicto de Milán (año 313), los restos de los santos fueron enterrados en la cripta de la basílica episcopal de Halmyris, en donde permanecieron intactos durante más de 1700 años, hasta que fueron descubiertos el 15 de agosto de 2001.
Entonces, en la fiesta de la Dormición de la Madre del Señor, un equipo de arqueólogos, rumanos y estadounidenses, ortodoxos y bautistas, respectivamente, conducidos por el Dr. Mihail Zaharia, investigador principal del Instituto de Arqueología “Vasile Pârvan” de Bucarest, descubrió las reliquias de los dos santos, enterradas debajo del altar de la basílica episcopal de la antigua ciudad de Halmyris. «Después de limpiar, vimos las parihuelas y una inscripción pintada en la pared oriental de la cripta, siendo posible descifrar algunas palabras en griego, como “mártires de Cr.”, dos veces, “Astió”, y, un poco más lejos, la letra “n” y las primeras letras del verbo “ibrio”, que significa “golpear”, lo cual vino a demostrar claramente que aquí había tenido lugar un acto de martirio», dijo el Dr. Zaharia.
Del mismo modo, en el momento del descubrimiento, los arquéologos voluntarios bautistas se quedaron sorprendidos al ver que las santas reliquias presentanan un color amarillento y emenaban una agradable fragancia, como lo habría de describir posteriormente Su Alta Eminencia Teodosio, Arzobispo de Tomis:
«Exclamaban: “¡Milagro, milagro!”. Querían enseñarme el milagro del que acababan de ser parte. Y, en verdad, fue algo que me estremeció por completo, algo que me llenó de una fe que, hasta entonces, no se había manifestado con tanta fuerza».
Actualmente, las reliquias de los santos Astión y Epícteto se encuentran en el Monasterio Halmyris, al norte de Dobrogea, a poco más de tres kilómetros de la localidad de Murighiol, en Tulcea.