“¡Nadie me quiere!”
"Mira cómo florece la rosa. Emana su perfume y todos se sienten atraídos por él, incluso las abejas y las mariposas. Todos quieren respirar su fragancia, y esto es porque se ha abierto. ¿Por qué permaneces cerrado y no irradias tu aroma?”
Suspiramos y nos quejamos: “¡Nadie viene a verme, nadie me ama, nadie se interesa por mí!”. Pero, ¿es que los demás tienen la obligación de distraernos a nosotros, quienes somos pasivos e indiferentes?
La Madre Teresa convencía con su solo ejemplo: “En vez de mantenerte en ese rincón, ocupado con tu ‘auto-canibalización’ y esperando la atención de los otros, da tú mismo el primer paso: sal a buscar tú a los demás… ¡Hazte necesario para ellos, y ellos vendrán a ti! Mira cómo florece la rosa. Emana su perfume y todos se sienten atraídos por él, incluso las abejas y las mariposas. Todos quieren respirar su fragancia, y esto es porque se ha abierto. ¿Por qué permaneces cerrado y no irradias tu aroma?”.
Hay un relato muy interesante. Un día, el cerdo se quejó con la vaca: “Los hombres hablan todo el tiempo de tu bondad y de tu mirada llena de mansedumbre. Cierto es que les das muchas cosas, como la leche y la mantequilla, pero yo les doy muchas más: jamón, chorizos, salchichas, tocino, pelo para sus cepillos de dientes… ¡hasta ponen a hervir mis patas! Sin embargo, nadie me ama. ¿Por qué?”. La vaca se quedó callada un momento, meditando su respuesta. Finalmente, dijo: “Tal vez porque yo les doy todo incluso estando viva ...”.
(Traducido de: Konstantin V. Zorin, Dacă puterile sunt pe sfârșite. Războiul și pacea omului cu el însuși, traducere din limba rusă de Eugen Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2015, p. 117)