“Nadie me quiere, no soy bueno para nada. Nadie me entiende, nadie me ama...”
Las enfermedades espirituales son más fáciles de sanar. Si todos tus sentidos se vuelven hacia el Espíritu Santo, se santifican.
Decía San Porfirio:
Las enfermedades espirituales son más fáciles de sanar. Si todos tus sentidos se vuelven hacia el Espíritu Santo, se santifican. Con la misma fuerza, el santo cura y el malo mata. ¿Comprendes? Sobre esto hablan también los teósofos: “Si quieres, puedes. Fortalece tu voluntad”. Solamente que ellos hablan en sentido humano. Fortalecen su voluntad, se esfuerzan más de lo debido y, en un momento dado, se pierden y se desequilibran.
Nuestra fe enseña una modalidad diferente: la santidad. Y esta es consustancial, porque se ajusta al hombre, de acuerdo a su propia naturaleza. Todo esto está en la Santa Escritura, pero no lo queremos entender. Debemos aprender a comprender la Biblia. Las enfermedades espirituales pueden sanarse por medio del sentimiento religioso.
La mayoría dice: “Nadie me quiere, no soy bueno para nada. Nadie me entiende, nadie me ama”. Esto proviene del egoísmo. Cuando vuelves a Dios, no pides nada, no te irritas, no te enfadas, sino que agradeces por todo y por todos. Amas a todos y te sientes feliz.
(Traducido de: Sfântul Părinte Porfirie, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire,