Necesitamos de una gran paciencia, queridos hermanos míos. Esta virtud se forma y crece en nosotros, solamente cuando la Palabra de Dios echa raíces en nuestro corazón.

Y así como el viento más fuerte no es capaz de derrumbar a un árbol que tiene raíces profundas en la tierra, tampoco nadie podría derruir un alma atada fuertemente a Dios por el temor. Porque es más fuerte estar sujeto a algo, que estar enraizado.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Comentariu la Evanghelia de la Ioan, omilia LIV, 1, p. 263)