¡No creas que tus oraciones no son escuchadas!
Entonces, tranquilízate y llama a Dios. Tus solas oraciones y plegarias no tienen cómo llevarte a la perfección. Esto es atributo del Señor, Quien viene y mora en nosotros cuando cumplimos con Sus mandamientos. Y uno de los más importantes de estos consiste en que en nuestra vida se haga Su voluntad y no la nuestra. ¡Ora y no pierdas el valor!
Deja todas tus preocupaciones en manos de Dios, porque Él obra para ti. ¡No permitas que tu alma se empequeñezca y no te turbes! Él conoce las profundidades del alma humana, así como todos tus arrebatos, porque tiene el poder de librarte de ellos, de una forma que sólo Él sabe. ¡Pídele que te ayude y no pierdas el valor! No creas que porque tu añoranza es santa, tienes derecho a agitarte; pero tampoco creas que tus oraciones no son escuchadas. Dios cumple con tus deseos de una forma que serías incapaz de entender. Entonces, tranquilízate y llama a Dios. Tus solas oraciones y plegarias no tienen cómo llevarte a la perfección. Esto es atributo del Señor, Quien viene y mora en nosotros cuando cumplimos con Sus mandamientos. Y uno de los más importantes de estos consiste en que en nuestra vida se haga Su voluntad y no la nuestra. Y que se haga precisamente de la misma forma que sucede en el Cielo con los ángeles. Así podremos decir: “Señor, hágase como quieras Tú, no como yo quiera. Que se haga Tu voluntad, así en los Cielos como en la tierra”. Luego, sin Cristo en nuestro interior, nuestras oraciones y peticiones nos llevan sólo al engaño.
(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere Preot Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, p. 281)