Palabras de espiritualidad

¡No dudemos en llamar al Señor!

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Alguien podrá decir: “¡Eso es algo que sucede solamente con los santos!”. Pero yo digo que el Señor ama también al pecador y le da Su misericordia.

No hace mucho, en la celda de San Esteban tuvo lugar un incendio. El monje que vivía en esa celda estaba afuera, trabajando en el campo, cuando el fuego se desató. Al ver la humareda, con la intención de salvar algunas cosas, lo primero que hizo fue correr y abalanzarse al interior de la casa. Ahí, el fuego lo atrapó y sufrió varias quemaduras de gravedad. Si, en vez de correr al fuego, hubiera orado a Dios, pidiéndole: “Señor, quisiera salvar esto y esto otro… ¿qué hago?”, sin duda, el Señor le habría respondido: “¡Ve!”, si era posible, o “¡No, no vayas!”, si lo mejor era no entrar. Dios está muy cerca de nosotros, siempre dándonos Su amor.

A lo largo de toda mi vida, en los momentos más difíciles, siempre he orado al Señor, y siempre he recibido Su respuesta. A este amor siempre lo he entendido no con mi mente, sino con Su misericordia, por medio de la Gracia del Espíritu Santo. Alguien podrá decir: “¡Eso es algo que sucede solamente con los santos!”. Pero yo digo que el Señor ama también al pecador y le da Su misericordia. Lo único que se necesita es que el alma renuncie al pecado, y el Señor la recibirá entre Sus brazos y la llevará al Padre, causando un gran recogijo en los Cielos.

(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Ed. Deisis, Sibiu, 2000, pp. 210-211)

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