No hay nada que condicione nuestra oración
¿Hemos visto, entonces, cómo la oración no está condicionada por el lugar ni por el tiempo? Porque nuestro deber es orar en todo lugar y en todo momento.
La oración es obligaroria para todos, siempre. Al ayunar, la cosa va así: cada uno ayuna según sus posibilidades, con la bendición de su padre espiritual. Pero, en cuanto a la oración, no hay nadie que diga: “Que cada uno ore lo que pueda”, sino: “Que cada uno se esfuerce en orar sin cesar”. El Santo Apóstol Pablo, luz del mundo, voz de Cristo, vaso elegido, ¿qué es lo que dice? ¡Oren sin cesar! El Espíritu Santo, por medio del profeta David, nos enseña: “Bendeciré al Señor en todo tiempo, no cesará mi boca de alabarlo” (Salmos 33, 1). ¿Qué es lo que dice el Espíritu Santo sobre la oración, en Salmos 102? “En todos los lugares de Su dominio. ¡Bendice, alma mía, al Señor!”. ¿Hemos visto, entonces, cómo la oración no está condicionada por el lugar ni por el tiempo? Porque nuestro deber es orar en todo lugar y en todo momento.
(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 247)