“¡No le hables más del ayuno!”
Varias veces escuché al padre Porfirio hablar cosas que me dejaron profundamente impresionado. Recuerdo ahora el caso de un joven matrimonio: el esposo solía ayunar con regularidad, mientras que la chica provenía de una familia en cuyo seno el ayuno era casi desconocido.
Con respecto al ayuno, varias veces escuché al padre Porfirio hablar cosas que me dejaron profundamente impresionado. Recuerdo ahora el caso de un joven matrimonio: el esposo solía ayunar con regularidad, mientras que la chica provenía de una familia en cuyo seno el ayuno era casi desconocido. Ciertamente, aquella muchacha no tenía nada en contra del ayuno, porque simplemente nunca lo había practicado. Cuando el chico le contó esto al padre Porfirio, su consejo fue el siguiente:
“—Tú sigue practicando el ayuno, así como lo has hecho hasta hoy. Eso sí, nunca más le hables a tu esposa de este asunto. Cuando sean días de ayuno, mantengan toda clase de comida en la alacena. Tú ayunarás, pero a ella la dejarás que coma lo que desee.”
Y, como habrían de contarlo ellos después, siguieron el consejo del padre Porfirio. Sencillamente, llegó el momento en que la chica comenzó también a ayunar, siguiendo el ejemplo que su esposo le daba.
(Traducido de: Părintele Porfirie, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău, pp. 397-398)