No nos dediquemos al mundo material, sino a la salvación de nuestra alma
Los que le temen a la muerte y aman la superficialidad de la vida, se aterran hasta de los microbios, siendo siempre vencidos por un temor que los mantiene en un estado de muerte espiritual.
Los que le ofrecen todo su amor a Dios reciben, al mismo tiempo, todo el Suyo, evidenciándolo después a los demás.
Los que aman a los otros más que a Dios mismo, no pasan de ser seres materiales, físicos, porque su amor es algo material y físico también, para bien o para mal. De la misma manera, los que aman las cosas de este mundo más que a las del Cielo, no dejan de ser más que arcilla.
Los que se conforman con el mundo material y su trivialidad, sin preocuparse por la salvación de su alma, se asemejan a un débil polluelo que no sabe cómo romper el cascarón del huevo y salir a la felicidad del sol, muriendo allí dentro.
Los que le temen a la muerte y aman la superficialidad de la vida, se aterran hasta de los microbios, siendo siempre vencidos por un temor que los mantiene en un estado de muerte espiritual.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Epistole, Editura Evanghelismos, p. 174)