¡No nos dejemos llevar por el orgullo!
Solamente Dios puede sanar al orgulloso, al soberbio.
«Solamente Dios puede sanar a los soberbios. Esto significa que la condenación interior (por medio de la cual se sana el orgullo) es enviada por Dios, porque, si viniera de los demás, el orgulloso no podría soportarla. En cambio, el hombre humilde soporta todo lo que le dan los demás, y todos dicen: “¡En verdad, es digno de ello!”.
A partir de lo que me escribes, puedo entrever que te dejas llevar por las sospechas, porque —dices— no hay nadie que pueda convencerte. ¡Eso no es bueno! Probablemente dirás: “¡Ni siquiera hace falta que alguien intente convencerme de lo contrario!”. Esto demuestra, una vez más, que confías en la infalibilidad de tus conclusiones y opiniones. Y esto es un rasgo muy negativo, es la señal más clara de que padeces de una grave forma de orgullo».
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 128)