¡No perdamos el norte de nuestra vida!
En nosotros, cada cosa está en su lugar, todo ha sido bendecido por Dios. En lo que concierne a las tentaciones, desde hace mucho ha llegado el tiempo de combatirlas, distinguirlas y desenraizarlas.
«En lo que respecta a nosotros, la voluntad de Dios consiste en que, viviendo en este mundo, aprendamos a conocerlo a Él y, con alegría y buena voluntad, cumplamos Su voluntad, que es lo único que puede salvarnos y lo único que puede darle un verdadero sentido a nuestra vida. El hombre puede dedicarse a cualquier trabajo, desde el más insignificante hasta el más importante, y salvarse o condenarse con este.
¡Vivir para Dios, por amor a Dios y para mayor gloria de Dios, he aquí la salvación, he aquí el verdadero sentido, que no el efímero, de la vida! Y si la voluntad de Dios hubiera sido que te convirtieras en esposa y madre, desde hace mucho habría ocurrido. Pero, ahora, a los 47 años, tu nostalgia por el pasado no es otra cosa que una tentación.
¡Doctora, doctora! ¡Mira a tu alrededor! Tus pacientes no tienen por qué verte acongojada, porque no lo entenderán. Lo que necesitan es tu amor, tu dedicación, y todo esto, en Dios, en una oración permanente por ellos. ¿Y de qué parcela inculta de tu alma me hablas?
En nosotros, cada cosa está en su lugar, todo ha sido bendecido por Dios. En lo que concierne a las tentaciones, desde hace mucho ha llegado el tiempo de combatirlas, distinguirlas y desenraizarlas».
(Traducido de: Arhimandritul Ioan Krestiankin, Povățuiri pe drumul Crucii, Editura de Suflet, București, 2013, pp. 44-45)