Palabras de espiritualidad

¡No perdonamos, no somos perdonados!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Si oramos diciendo “y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende”, pero en realidad no perdonamos, lo que estamos haciendo es pedir nuestra propia condena: “¡Señor, así como yo no perdono, no me perdones Tú tampoco!”

Es una condición muy humana, puesta en la oración del “Padre Nuestro” por el mismo Señor Jesucristo. ¡Si la respetamos, se nos perdonan nuestros incontables pecados! ¡Pero si no perdonamos, tampoco nosotros somos perdonados! Cuando, en la iglesia, lleves tu ofrenda al Santo Altar —la prósfora y una candela encendida—, si te acuerdas que alguien está molesto contigo, o que discutiste con alguna persona, quedando ambos ofendidos, deja tu ofrenda allí, no la presentes al sacerdote. Corre a reconciliarte con tu prójimo y sólo entonces vuelve y entrega tus dones. ¡De lo contrario, tu ofrenda no será recibida, y tu oración no será atendida!

Pero, sobre todo, si oramos diciendo “y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende”, pero en realidad no perdonamos, lo que estamos haciendo es pedir nuestra propia condena: “¡Señor, así como yo no perdono, no me perdones Tú tampoco!”. Esto es lo que se extrae es esta oración. Si odio con todas mis fuerzas a uno que me hizo mucho daño, si no lo puedo perdonar, entonces tampoco Dios me perdonará a mí. Y si hago el “Padre Nuestro” y le pido que me perdone, en lugar de recibir Su misericordia, recibiré Su condena. Yo le digo: “¡Perdóname, como perdono yo también!”... ¡Pero no soy capaz de perdonar a los demás! “¡No me perdones, pues, Señor!”. Esto es lo que le pedimos a Dios.

(Traducido de Arhimandrit Ioanichie Bălan, Ne vorbeşte Părintele Sofian Boghiu, Editura Episcopiei Romanului, Roman, 1997, p. 46)

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