¡No retrocedas, hermano, más bien avanza en tu vida espiritual!
Ahí donde se practica la lectura y la interpretación de las Escrituras, así como la oración, el llanto de contrición y la compunción del corazón, ahí está Dios, ahí se vive la alegría y el gozo de los ángeles.
Aquel que ha avanzado en las cosas del alma y vuelve nuevamente a sus malos hábitos, pero de una forma peor que antes, no solamente pierde la retribución que había ganado, sino que cae en una maldad más grande y le espera una condena mayor. (...)
Ahí donde se practica la lectura y la interpretación de las Escrituras, así como la oración, el llanto de contrición y la compunción del corazón, ahí está Dios, ahí se vive la alegría y el gozo de los ángeles.
¿De dónde vienen nuestras debilidades? ¿De dónde vienen las enfermedades y las muertes repentinas? ¿Acaso no de la saciedad del vientre y de los placeres? Mientras más consentimos nuestro cuerpo, más lo echamos a perder, y no solamente a él, sino también a nuestra alma. El cuerpo es terrenal, pero, si así lo deseas, puedes hacerlo celestial. Mantén puro tu cuerpo y Dios vendrá a morar en él.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 154)