Padre, siento pánico cuando tengo alguna caída en mis trabajos espirituales…

—¡No temas! Cuando estás combatiendo, es inevitable sufrir más de alguna magulladura. Pero todo eso sana con la confesión. Cuando un soldado cae herido, inmediatamente es llevado al médico de campaña, para que lo cure, le vende las llagas y le permita seguir luchando con nuevos bríos. Esas primeras heridas le sirven de experiencia al combatiente, para que aprenda a cuidarse mejor y evitar ser lastimado otra vez. También nosotros, si sufrimos alguna herida en nuestro trabajo o sacrificio espiritual, no tenemos que perder el valor, sino correr al médico, es decir, a nuestro padre espiritual, y mostrarle la herida para que nos la cure y así poder volver al combate lo antes posible. Lo malo es cuando no nos interesa identificar a los terribles enemigos del alma, las pasiones, ni esforzarnos en eliminarlos.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, Vol. III Nevoință duhovnicească, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 277)