No todo depende de ti… ¡Hazte humilde, entonces!
No codicies dominio ni honor alguno en la tierra, ni te creas digno de honra; mejor considérate el peor de todos.
Cuanto más alta sea tu posición, más grande debe ser tu humildad; cuanto mayor sea el privilegio del que gozas, más profunda debe ser tu modestia. Mientras más te exalten los demás, más debes humillarte a ti mismo.
Cuanto más te honren y te glorifiquen los demás, más debes considerarte indigno de tal honor. No te ensalces por ningún logro que hayas alcanzado, no sea que te hagas desagradable ante Dios. No andes proclamando tus victorias, para que no se disipen en un abrir y cerrar de ojos. Y si hiciste algo bueno, di que no fuiste tú quien lo hizo, sino la Gracia de Dios que obró en ti.
Nuestra salvación no depende tanto de nuestras obras como de la misericordia de Cristo, pues Dios recibirá de nosotros lo que quiera, y lo que no quiera, lo rechazará. Atribúyele todo a Dios, para que Él te atribuya todas Sus cosas y te envíe Su pronto auxilio en todo momento. No codicies dominio ni honor alguno en la tierra, ni te creas digno de honra; mejor considérate el peor de todos. Porque serás merecedor de honor cuando te consideres indigno de él, y serás grande cuando te veas pequeño. En pocas palabras, serás algo cuando te consideres nada.
(Traducido de: Sfântul Dimitrie al Rostovului, Alfabetul duhovnicesc, Editura Sophia, București, 2007, p. 75)