Nuestra “auto-evaluación” de cada día
No somos capaces de alcanzar la perfección y permanecemos siendo pobres en la Gracia Divina, porque no sabemos en qué consiste el comienzo, el medio y la perfección de las virtudes.
Cada noche tenemos que examinarnos, preguntándonos cómo hemos pasado el día, y cada mañana, nuevamente, tenemos que preguntarnos cómo hemos pasado la noche. Y esto debemos hacerlo no solo de vez en cuando, sino todo el tiempo. En todo lugar, debemos tener conciencia de cada cosa y reflexionar sobre las virtudes y las pasiones; tenemos que pensar en qué etapa de la vida nos encontramos, si estamos al comienzo, al medio, o al final de ella. ¿Merecemos, acaso, alguna recompensa por nuestras obras, o es que trabajamos sin recibir una paga? Cada vez que caemos en pecado, es nuestro deber completar las carencias de nuestra virtud con lágrimas y lamentaciones.
No somos capaces de alcanzar la perfección y permanecemos siendo pobres en la Gracia Divina, porque no sabemos en qué consiste el comienzo, el medio y la perfección de las virtudes, ni por qué motivo se agota la virtud, ni que a toda virtud le sigue la pasión del orgullo, que actúa en su contra. Si no sabemos esto, nos esforzamos en vano.
Aunque las virtudes son cosa del alma, también por medio de ellas sufre y se fortalece el cuerpo. Las pasiones, en cambio, son de otra naturaleza: algunas son espirituales, porque solo el alma se deleita en ellas y las ama, sin participación del cuerpo; otras son del cuerpo, porque en ellas se recrea y se hincha el cuerpo. En otras palabras, tanto en unas como en otras, el alma y el cuerpo no se sienten mutuamente.
(Traducido de: Sfântul Cuvios Paisie Velicikovski de la Neamţ, Crinii țarinei sau Flori preafrumoase adunate pe scurt din Dumnezeiasca Scriptură, Editura Bisericii Ortodoxe din Moldova, Orhei, 1995, p. 20)