Nuestra devoción a la Santísima Virgen María
Los ángeles y los arcángeles colaboraron también, pero desde afuera, sin entrar en la esencia de la Encarnación, a diferencia de la Madre del Señor. Por eso es que la veneramos con mayor fervor que al resto de seres celestiales…
Hace un tiempo, una mujer se me acercó y me preguntó: “¿Por qué se venera tanto a la Madre del Señor, mucho más que a todos los santos e incluso más que a los ángeles y los arcángeles?”.
Yo le respondí: “Porque ni los ángeles ni los arcángeles, ni los querubines ni los serafines tuvieron un rol tan esencial e importante en el plan de nuestra salvación, como sí lo hizo ella. Era necesario que el Hijo de Dios, Dios Mismo, adoptara en Su propia Persona la naturaleza humana. Sin esto, nuestra salvación habría sido imposible... Así, la Encarnación del Señor ocurrió en el vientre de la Santísima Virgen, cuando el Espíritu Santo la cubrió con el poder del Altísimo. Los ángeles y los arcángeles colaboraron también, pero desde afuera, sin entrar en la esencia de la Encarnación, a diferencia de la Madre del Señor. Por eso es que la veneramos con mayor fervor que al resto de seres celestiales… en virtud de la misma participación esencial en la Encarnación. Y su protección es lo más poderoso que hay”.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înțelepte, traducere de Cristea Florentina, Editura Cartea Orodoxă, pp. 217-218)