Nuestra lucha por vencer las pasiones y alcanzar el amor verdadero
Recuerda lo que decía David: “siempre que viene un león o un oso, yo lo persigo, lo golpeo (…) y si él me ataca, yo lo agarro por la quijada y lo mato a golpes” (I Samuel 17, 33). Eso es lo que tenemos que hacer con la ira y con el desenfreno.
Un hermano le preguntó al abbá Pimeno:
—¿Qué puedo hacer, padre? El desenfreno me ataca y siento que me inclino a la ira…
El anciano le respondió:
—Recuerda lo que decía David: “siempre que viene un león o un oso, yo lo persigo, lo golpeo (…) y si él me ataca, yo lo agarro por la quijada y lo mato a golpes” (I Samuel 17, 33). Eso es lo que tenemos que hacer con la ira y con el desenfreno.
Dijo también:
—No hay amor más grande que dar el alma por nuestro prójimo (Juan 15, 13). Si alguien escucha una palabra mala, es decir, algo que le entristece o le ofende, tiene que luchar por no responder; o si sufre la injusticia, pero con paciencia y sin la intención de vengarse, es que está dando el alma por su hermano.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a, revizuită, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 196)