Nuestras preocupaciones ceden cuando nos sometemos a la voluntad de Dios
El abbá Nilo nos enseña: “No desees que todo suceda como crees tú que debe ser, sino como Dios quiera que sea. Solo así te sentirás en paz y agradecido en tu oración”.
La oración puede revestirse de muchas formas, y, orando, agradecemos, pero también pedimos. Al pedir, tendríamos que rogar que la voluntad de Dios se haga en nuestra vida. El abbá Nilo nos enseña: “No desees que todo suceda como crees tú que debe ser, sino como Dios quiera que sea. Solo así te sentirás en paz y agradecido en tu oración”. Orando así, tenemos la posibilidad de confiarnos a las manos de Dios y creer en Él.
A medida que nos sometemos a la voluntad de Dios, también nuestras preocupaciones empiezan a disminuir. Nos humillamos a nosotros mismos y reconocemos que no sabemos qué es lo mejor para nosotros, pero sí sabemos que queremos que se haga la voluntad de Dios. La oración hecha de esta manera puede ayudar también a controlar el estrés. Y es que generamos mucho estrés cuando intentamos controlar todo.
Cuando permitimos que sea alguien más el que conduce —Dios Mismo—, nos tomamos una pausa en el sentimiento de tener que ser los jefes. Y, al orar, nos sentimos satisfechos con lo que nos sucede, porque confiamos en que se trata de la voluntad de Dios para con nosotros.
(Traducido de: Rita Madden, Hrana, credința și postul. O călătorie sacră spre o sănătate mai bună, Editura Doxologia, Iași, 2018, pp. 174-175)