Nuestro amor al prójimo debe ser sincero
Ayudando a cualquier necesitado, a Cristo mismo estás ayudando...
Nuestro amor al prójimo debe ser fuerte, sincero, puro. Esto queda demostrado cuando soportamos a nuestros semejantes, cuando los ayudamos, cuando no los entristecemos. Y cuando evidenciamos que en nuestro interior existe el amor a Dios, cumpliendo con toda Su ley. El Señor dijo: “lo que deis a cualquiera de estos más pequeños, a Mí me lo estáis dando”. Piensa ahora: ayudando a cualquier necesitado, a Cristo mismo estás ayudando, aunque muchas veces el auxilio que damos a los demás sea utilizado después para pecar. ¡Qué gran recompensa obtendrá aquel que ayude a un monje, quien dedica todo su ser a Dios!
(Traducido de: Părintele Efrem Athonitul, Despre credință și mântuire, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 20)