Nuestro deber de dar testimonio
“Al que me confiese delante de los hombres, le confesaré también Yo delante de Mi Padre Celestial”. ¿Es difícil dar testimonio del Señor? De ninguna manera.
“Al que me confiese delante de los hombres, le confesaré también Yo delante de Mi Padre Celestial”. ¿Es difícil dar testimonio del Señor? De ninguna manera. ¿Qué dificultad puede representar decir, cuando es necesario, que nuestro Señor Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios y también Dios, Quien por nosotros vino al mundo, se encarnó del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre, fue crucificado, sufrió, fue sepultado, resucitó al tercer día, se alzó a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, y nuevamente vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos; Quien anunció que el Espíritu Santo descendería sobre los Santos Apóstoles, Quien por Su propio poder fundó la Santa Iglesia, misma que, enseñándoles a los hombres la verdad y santificándolos con los sacramentos, conduce a todos los fieles, sus hijos, por el camino que en verdad conduce al Reino de los Cielos? Todo esto lo repetimos cada vez que recitamos el Credo. Así pues, toma todas estas verdades, hermano, grábalas en tu corazón y prepárate para —sin temerle a ningún otro de tus semejantes— dar testimonio de que así, y no de otra forma, debes creer para salvarte.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, traducere din limba rusă de Adrian şi Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, 2011, p. 56)