Palabras de espiritualidad

Nuestro enemigo, el padre de la mentira

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

Para hacer del hombre un colaborador suyo, el maligno se afana en estremecer y destruir los cimientos de la virtud.

Como todos sabemos, el demonio es el enemigo del bien. Esto explica por qué no soporta que el hombre elija el camino del bien y de las acciones virtuosas. Por eso, para hacer del hombre un colaborador suyo, el maligno se afana en estremecer y destruir los cimientos de la virtud.

Acordémonos de cómo engañó a Eva en el Paraíso, diciéndole: “¡No creas en lo que Dios te dijo, créeme a mí!”. ¿Acaso no quiso engañar al Señor en el desierto, valiéndose incluso de las palabras de la Escritura? El engaño es el arma del demonio.

La oración por nuestros difuntos es una de las virtudes más grandes, pero también tiene muchos adversarios, quienes, bajo el mando del maligno, citan palabras de la Biblia, como: “Dios recompensará a cada uno por sus actos”, incapaces de comprender su verdadero sentido y negando el mandamiento del amor que Cristo nos dejó. La falta de oración es también falta de amor, y el demonio desea fervientemente que no amemos. Por eso es que se desvive para impedirnos orar. Sin amor, todas las virtudes pierden cualquier retribución.

(Traducido de: Părintele MitrofanViața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, pp. 244-245)