Nuestro modelo de virtud
Acordándonos del modelo de la Madre del Señor, perseveremos en el camino de la vida virtuosa, para poder tener un final en paz y sin mancha, con nuestro desprecio al pecado.
Si, mientras vivía, la Madre del Señor fue la intercesora de los hombres ante su Hijo, después de su Dormición y Asunción a los Cielos empezaron a cumplirse con toda su fuerza las palabras que pronunció para consolar a quienes sufrían al verla partir: “No os dejaré huérfanos, y no solo a vosotros, sino que seguiré estando con todo el mundo, ayudando siempre a los más necesitados”.
Después de su Dormición, la Santísima Virgen se convirtió en la más poderosa Intercesora y Protectora de la humanidad, en una verdadera Madre para todo el mundo cristiano. Así, acordándonos del modelo de la Madre del Señor, perseveremos en el camino de la vida virtuosa, para poder tener un final en paz y sin mancha, con nuestro desprecio al pecado.
(Traducido de: Arhimandritul Chiril Pavlov, Lauda Maicii Domnului, Editura Egumenița, Galați, 2012, p. 19)