«Oh, Santa Mártir de Cristo, Filotea, de rodillas y con fervientes lágrimas nos presentamos en oración ante ti. Acuérdate de la debilidad de la naturaleza humana, misma que comprende a todo mortal desde su nacimiento, como si fuera una tela de araña. Incapaces de librarnos de esas redes sin el auxilio de Dios, con humildad te rogamos que intercedas ante el Señor. Él Mismo te glorificó y te envió a esta región, para que la protegieras y la defendieras de todo mal. Así, Santa Mártir de Cristo, Filotea, apiádate del llanto de los ancianos, los suspiros de las madres, las peticiones de los niños, y también de nosotros, quienes, postrados de rodillas, imploramos, por tus santas oraciones, que podamos recibir el auxilio y la salvación de las aflicciones que ahora nos agobian. Porque sabemos, oh Santa Mártir, que es por nuestros pecados que sufrimos todo esto, es decir: enfermedades, pobreza, persecuciones, sequías y otras cosas semejantes. Así, acudimos a tu misericordia, para pedirte que nadie más sufra por causa de nuestras propias faltas. Compadécete y pídele a Dios por nosotros, para que podamos exclamar: ¡Alégrate, oh virgen, Gran Mártir Filotea! Señor Jesucristo, Dios nuestro, acepta mi humilde oración por el perdón de mis pecados, y, lleno de clemencia, con Tu diestra todopoderosa extingue el fuego que me consume; haz que cese mi enfermedad y con Tu misericordia levántame de mi lecho de dolor, para mayor gloria de Tu Nombre. Porque Tú eres el médico de nuestras almas y nuestros cuerpos, y a Ti te alabamos ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén».