Si oras en verdad, alcanzarás el conocimiento pleno de un sinfín de cosas, y los ángeles se congregarán a tu alrededor, como sucedía con Daniel, y te iluminarán con la visión de la causa de las cosas.

Los mismos ángeles nos exhortan a orar y permanecen con nosotros, regocijándose y, al mismo tiempo, orando por nosotros. Entonces, si esto no nos importa y aceptamos los pensamientos que nos susurra el maligno, entristecemos enormemente a los ángeles que nos acompañan al orar.

¿Por qué? Porque mientras ellos se esmeran en ayudarnos, nosotros no queremos orar por nosotros mismos ante Dios, y, despreciando su auxilio y apartándonos de su Dios y Soberano, preferimos conversar con los espíritus impuros.

 (Traducido de: Despre rugăciune și trezvie în învățăturile Sfinților Părinți, Editura Egumenița, Galați, p. 232)