Orar por un alma que necesita encontrar a Dios
Cuando una persona “mundana” da con una disposición pura y no por simple obligación, Dios no la abandona, sino que, en un momento determinado, le habla al corazón.
Padre, hay personas que, aunque no son creyentes, se compadecen de sus semejantes y hacen muchas buenas obras…
— Cuando una persona “mundana” da con una disposición pura y no por simple obligación, Dios no la abandona, sino que, en un momento determinado, le habla al corazón. Un amigo mío que vive en Suiza me contó lo siguiente: «Una anciana que llevaba una vida muy holgada, era tan compasiva con sus semejantes, que no dudaba en compartir sus riquezas con los pobres y los necesitados… hasta que un buen día se quedó sin nada. Entonces, todas esas personas, a quienes ella misma había ayudado, se pusieron de acuerdo y reunieron lo necesario para llevarla a un asilo y asegurarse de que estuviera bien cuidada. Pero, a pesar de haber servido tanto a su prójimo, aquella señora seguía siendo atea. Hubo varias personas que se le acercaron para hablarle de Cristo, pero ella rechazaba lo que le decían. Ella insistía en que Cristo no fue más que un hombre muy bueno, un gran luchador social, etc. También es posible que los cristianos que conocía no llevaran una vida tan correcta como para enseñarle con el ejemplo lo que significa la fe en Cristo. Un día, mi amigo pe pidió que orara por esa alma. Yo le dije que lo mejor era que ambos lo hiciéramos. Poco tiempo después, mi amigo me vino a buscar para contarme: “La última vez que fui a visitarla al asilo, la encontré completamente cambiada. '¡Creo, creo!'. gritaba. Algo sucedió en su vida que la cambio radicalmente. Y, poco tiempo después, pidió ser bautizada”».
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Trezire duhovnicească, Schitul Lacu, Sfântul Munte Athos, 2000, pp. 165-166)