¡Oremos los unos por los otros!
En nuestras oraciones pidamos por vivos y difuntos, por nuestros amigos y enemigos; en general, por todos aquellos que tienen el derecho de ser mencionados en ellas: padres, hermanos, benefactores, autoridades eclesiásticas y estatales, junto a todos esos que nos hayan ayudado y quienes expresamente nos hayan pedido orar por ellos.
Es un deber cristiano el orar por los demás, así como lo hacemos por nosotros mismos, porque el mismo Santo Apóstol Santiago nos dice: “Recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder...” (Santiago 5, 16). En nuestras oraciones pidamos por vivos y difuntos, por nuestros amigos y enemigos; en general, por todos aquellos que tienen el derecho de ser mencionados en ellas: padres, hermanos, benefactores, autoridades eclesiásticas y estatales, junto a todos esos que nos hayan ayudado y quienes expresamente nos hayan pedido orar por ellos.
(Traducido de: Protosinghel Nicodim Măndiță, Învățături despre rugăciune, Editura Agapis, București, 2008, p. 42)