Otra exhortación a la humildad
Que cada uno guarde a nivel personal la verdad de la fe, según su propia razón y preparación, buscando la salvación de su alma.
Cuando te pones a dialogar con tus pasiones, estás conversando con el mismísimo demonio. Cuando consideras a los demás como inferiores a ti, también esto es ya una pasión. Cuando tienes pensamientos de humildad, que tú eres el último y el peor de todos los hombres, el más indigno y el culpable de todo, la Gracia del Espíritu Santo desciende sobre tu alma purificada.
Que cada uno guarde a nivel personal la verdad de la fe, según su propia razón y preparación, buscando la salvación de su alma.
¿Cuál es la verdadera humildad? No huir, sino permanecer, con paciencia y lleno de valor, esperando a que las tentaciones pasen sobre ti. Esta es la verdadera humildad, que no tiene nada que ver con la cobardía, sino con la valentía espiritual. En tales situaciones, debes decirte: “¡Me lo tengo merecido! Es lo mejor para mí. Los demás son santos, y yo soy malo”. Esto hay que repetirlo en todo momento y circunstancia.
El monje que no respecta su regla de oraciones y su canon, es que está muerto. De lo contrario, ¿qué sentido tiene abandonar el mundo y entrar a la vida monástica?
Si nos humillamos constantemete, con seguridad sentiremos la cercanía de los demás. Pero, si mantenemos la cerviz rígida, todos nos rechazarán.
(Traducido de: Stareţul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, pp.