En general, los padres de familia que se mantienen muy ocupados suelen afirmar que, aunque no dediquen mucho tiempo a sus hijos, pueden recuperar “cantidad por calidad”. Según ellos, una hora con sus hijos les permite vivir momentos más valiosos que un día entero de tediosa compañía. Sin embargo, los espcialistas han llegado a la conclusión que esos “momentos especiales” no pueden jamás reemplazar el prolífico tiempo vivido juntos. ¿Cómo se explica esto? Los momentos memorables ocurren precisamente cuando no los esperamos; luego, es más probable que acontezcan a lo largo de un día entero, que durante una o dos horas jugando con nuestro hijo, antes de que se vaya a dormir. Hay muchas cosas de esta vida que debemos explicarles a nuestros hijos, y esa formación no puede ofrecerse sino de forma práctica, justo cuando esas situaciones tienen lugar, no posterior o teóricamente. Y, desde luego, los niños experimentan tales situaciones a lo largo de todo el día y no sólo en los escasos momentos que los padres modernos consiguen convivir con ellos.

(Traducido de: Psiholog Irina Constantinescu, Părinţi buni pentru copii minunaţi - Familia Ortodoxă, nr. 10, nov. 2009, p. 10)