Un hermano le dijo al abbá Matoi: “Padre, le pido que me dé un consejo para mi vida espiritual”. El anciano le respondió: “Ve y pídele a Dios, en tu oración, que te dé un corazón contrito y humildad. Además, permanece atento a tus propios pecados y no juzgues a nadie, ¡al contrario, hazte el más pequeño de todos! No busques la compañía de menores o mujeres, ni te hagas amigo de los herejes. Elimina cualquier atisbo de insolencia que pudiera haber en ti y aprende a controlar tu lengua y tu vientre. ¡Si alguna vez se te ofrece vino de beber, bebe lo menos posible! Si alguien te reprende, no discutas con él. Si lo que te dice es cierto, responde: 'Tienes razón, hermano’, y si no es cierto, dile: ‘Tú sabes de lo que estás hablando’.  No riñas con él por lo que te diga. En esto consiste la humildad”.

(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, pp. 156-157)