Para actuar correctamente es necesario tener valor. Actuar mal está al alcance de cualquiera
Por eso es tan difícil realizar buenas acciones, porque a cada paso surgen las trampas del astuto. Nietzsche dice: “Somos especialmente castigados por nuestras virtudes”.
Dios, indulgente, no castiga siempre nuestros pecados y faltas. Por el contrario, el maligno, hábil, no deja escapar ninguna de nuestras buenas acciones. (En la otra parte de la ecuación, el signo de los valores se invierte.)
Por eso es tan difícil realizar buenas acciones, porque a cada paso surgen las trampas del astuto. Nietzsche dice: “Somos especialmente castigados por nuestras virtudes”.
Una vez se decide a hacer el bien, el hombre asume una responsabilidad inmensa e introduce voluntariamente la cabeza en la soga. Ciertamente, siendo que el bien tiene una esencia divina, los que lo practican dan muestra —y aquí debemos darle la razón al demonio— de un gran arrojo, incluso arrogancia. De cualquier manera, antes de adentrarte en los dominios del bien es necesario atravesar un campo minado. (...)
El mal puede hacerlo cualquiera, incluso el más endeble de todos. Pero el bien sólo las almas fuertes y fogueadas pueden practicarlo. El mal es leche para niños; el bien, carne para adultos.
(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, p. 162)