Para alguien que quiere renunciar a su cruz familiar e irse al monasterio
Esos pensamientos sobre el monaquismo, que tanto te intranquilizan, son, en tu caso, un quebrantamiento a la bendición de Dios, porque vienen del mismo maligno.
“Estar con el Señor significa cumplir con la voluntad de Dios. ¡No fundaste una familia, convirtiéndote en esposa, mamá, y ahora abuela, sin la Providencia de Dios! Este es el estado en el que debes encontrar la salvación, portando, con la ayuda de Dios, esta cruz que no es ligera.
Esos pensamientos sobre el monaquismo, que tanto te intranquilizan, son, en tu caso, un quebrantamiento a la bendición de Dios, porque vienen del mismo maligno.
Tú, como madre, deberías haberte preocupado en educar cristianamente a tus hijos. Y, ya que no lo conseguiste, tendrías que intentarlo ahora con tu nieta. Pero, otra vez, lo único que te importa es tu propia persona. El camino al monaquismo, en tu caso, está cerrado. Ora en casa, sé paciente con quienes te rodean y menciónalos siempre en tus plegarias. Eso sí, trata de comportarte siempre con equilibrio, intentando no molestar a los demás, para no apartarlos de Dios.
El Señor nos llama: “Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga”. Pero tú lo que quieres es renunciar a esa cruz... ¡Que Dios te ilumine y te ayude!”.
(Traducido de: Arhimandritul Ioan Krestiankin, Povăţuiri pe drumul Crucii, Editura de Suflet, Bucureşti, 2013, p. 182)