Para aprender a controlar el flujo de nuestros pensamientos
Aquel que desee unir su mente a Dios, de manera que pueda verlo todo el tiempo, tiene que avivar ese sentimiento de estar ante Él.
La mente huye de un punto a otro. ¿Cómo sujetarla? Con nada más que la ayuda del sentimiento (de lo divino). Cuando en el corazón hay un determinado sentimiento, también la mente se une al objeto de ese sentimiento. De esto resulta lo siguiente: aquel que desee unir su mente a Dios, de manera que pueda verlo todo el tiempo, tiene que avivar ese sentimiento de estar ante Él.
¿Y qué pasa con la dispersión de los pensamientos? Cuando ese sentimiento se asiente en el corazón, los pensamientos detendrán su desordenado curso. Cuando el grifo está abierto, el agua corre sin cesar, pero, si lo cierras, el flujo de agua se detiene. Lo mismo ocurre con los pensamientos: fluyen y siguen fluyendo, pero si cierras la llave, detienes ese tránsito. Entonces, “cerrar la llave” de los pensamientos es despertar y conservar en el corazón el santo sentimiento que mencionamos antes.
(Traducido de: Arhiepiscopul Antonie de Golânsk și Mihailovsc, Calea rugăciunii lăuntrice, Manualul isihiei, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 68)