Para defendernos de las aflicciones espirituales
No es con los puños que debes defenderte de ellas, sino persignándote a cada instante, mientras dices: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy impaciente!”. Entonces, ellas (es decir, las aflicciones) huirán como moscas.
«Las aflicciones espirituales nos perturban como las moscas de otoño y a veces nos hacen perder la paciencia; sin embergo, como dice el proverbio, “No corres tras la mosca a filo de hacha”, no es con los puños que debes defenderte de ellas, sino persignándote a cada instante, mientras dices: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy impaciente!”. Entonces, ellas (es decir, las aflicciones) huirán como moscas».
(Traducido de: Mari stareți ruși: viețile, minunile, îndrumările duhovnicești – Din învățăturile duhovnicești ale Cuviosului Stareț Antonie de la Optina, vol. I, trad. din limba rusă: dr. Gheorghe Zapotinschi, Editura Sophia, 2008, pp. 523-524)