Para entender lo que significa ser ortodoxos
¿Cómo oramos nosotros? Oramos por todo el mundo, por todos los hombres, porque somos uno en Cristo, porque nosotros somos ese cuerpo de Cristo que se entregó por el mundo. ¡No sabemos, no conocemos la profundidad de nuestra acción en la oración! Pero, en el momento en el que afirmo que mi hermano no se salvará, es que estoy afuera de la Iglesia Ortodoxa.
Ser ortodoxo significa creer que Dios obra con Su mundo, con nosotros y con cada indiviudo por medio de una energía, una labor no-creada, que recibe el nombre de “Gracia”. La Gracia es una única energía, una única acción de Dios que se irradia, se distribuye a cada quien, según su receptividad. La piedra recibe la acción no-creada de Dios, también cualquier animalito. Nosotros, los hombres, también, solo que tenemos algo más que los animales: el llamado a deificarnos.
Si no creemos en esta energía no-creada, nos resultará difícil no volvernos protestantes. Ya podemos persignarnos y hacer cualquier otra cosa, que, si no creemos que en el momento en que nos marcamos con la Santa Cruz, el poder no-creado de Dios se activa en nosotros, no somos ortodoxos. Dios está en mí, en mi corazón; está en mí, porque lo he consumido por la mañana, pero si no creo y no conozco Su acción en mí como energía no-creada, lo mantengo a la distancia y le digo: “Deja, que lo hago yo”.
Dicen los Santos Padres que existe el riesgo de ir a parar al fondo del infierno, que no es un lugar, sino un estado, llenos de la Santa Comunión. La Santa Comunión no obra mágicamente, no nos transforma mágicamente; al contrario, todos tenemos que trabajar con la Gracia que hemos recibido. Y trabajamos para prepararnos para recibirla, pero también para ponerla en acción; para, en vez de utilizar mis energías bio-racionales yo solo, usarlas con Dios. Con Dios camino, con Dios deseo. Él no me quita la capacidad de desear. ¿Para hacer de mí un muerto, sin anhelos?
Si no creemos en esta acción y no entendemos su misterio, es que nos hemos vuelto protestantes. Ellos creen que el hombre fue salvado por Dios y que unos son salvos y otros no. ¿Y cómo se reconocen? Porque hacen como hizo Cristo. Y cada hombre tiene como modelo a Cristo, para demostrar que ha sido salvado, que es un elegido. Y si roba, es porque no ha sido “elegido”. Los protestantes también hacen muchas cosas buenas, en el nombre de Cristo, para demostrar que son salvos. Y leen, oran, y demuestran que son salvos. Pero ni una palabra de esta dignidad del hombre, de esta tensión activa del hombre, de trabajar con Él, recibiéndolo, recibiendo Su Gracia.
¿Qué pasará, por ejemplo, con los que son totalmente incrédulos, los que practican el culto al maligno? ¡¿Se irán al infierno?! ¿Y qué hacemos nosotros? ¿Nos salvamos, mientras ellos se van al infierno? ¡No es tan simple! ¿Estamos atentos a las oraciones de la Divina Liturgia? ¿Hemos escuchado cómo el Señor dio Su vida y cómo nosotros nos aferramos a Su muerte y Su Resurrección por la salvación del mundo? ¿Cómo oramos nosotros? Oramos por todo el mundo, por todos los hombres, porque somos uno en Cristo, porque nosotros somos ese cuerpo de Cristo que se entregó por el mundo. ¡No sabemos, no conocemos la profundidad de nuestra acción en la oración! Pero, en el momento en el que afirmo que mi hermano no se salvará, es que estoy afuera de la Iglesia Ortodoxa. Yo le doy testimonio, como dice el Señor, de que nos salvaremos, y me duele que haga cosas que ponan en peligro su salvación. Por eso, le advierto que lo que hace es riesgoso para su propia salvación, pero no sé si se enmendará o no. Así es como tenemos que pensar para no caer en la tentación del fariseísmo.
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Uimiri, rostiri, pecetluiri, Editura Doxologia, Iași, 2012, p. 50-51)