Para entender quién es el demonio y a qué nos induce
Entiende todo esto y rebélate en contra de este enemigo de la humanidad.
Es recomendable que veas el pecado a través de los ojos del maligno, su iniciador y propagador, y entenderás para quién trabajas cuando pecas. Dios hizo y seguirá haciendo todo por ti, pero a ti te cuesta agradarlo. El demonio no ha hecho nada por ti, más allá de perseguirte con el pecado, pero tú, lleno de ahínco y sin cansancio trabajas para él. Pecando, lo ayudas, y él te lleva a la maldad. Te incita a pecar, prometiéndote la dulzura de la iniquidad, para después atormentarte y llenarte de sufrimiento. Aquí, en esta vida, te convence de que tus pecados no son nada, pero cuando seas juzgado arrojará ante ti todas y cada una de tus faltas, dándoles a todas el mismo valor. Él salta, lleno de una perversa alegría, cuando ve que alguien cae en las redes del pecado y queda atrapado en ellas. Entiende todo esto y rebélate en contra de este enemigo de la humanidad y de todos sus actos.
Cuando lleves a tu corazón, uno tras otro, esos sentimientos que lo apaciguan y despiertan la contrición —el pavor y el miedo, la tristeza y el pesar, la repulsión y el odio hacia el pecado— , lentamente tu corazón se empezará a calentar y a moverse, y después tu débil voluntad empezará a distenderse y a ponerse en acción. Tal como los voltios de la corriente eléctrica transmiten cierta tensión e impulso al cuerpo, o tal como el aire frío y puro de la mañana nos llena de frescura y vigor, así también ese sentimiento que llena el alma, despierta las fuerzas dormidas y renace el llamado y la decisión de librarte del peligro. Así es como vendrás a preocuparte por tu salvación. ¡Empieza desde ya, hermano!
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Calea spre mântuire, Editura Bunavestire, Bacău, 1999, pp. 64-65)