Palabras de espiritualidad

Para ir avanzando en nuestra oración

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Cuando pronunciamos una oración con la boca, la entendemos con la mente y la sentimos con el corazón, esa oración se vuelve esférica, redonda.

Cuando oramos con la lengua, la boca y los labios, nos hallamos en el nivel más elemental de la oración. Tenemos que pasar de esa forma de oración —con la boca, la lengua—, a la oración con la mente, porque nuestra alma tiene dos partes dominantes, como nos enseña San Juan Damasceno en su “Dogmática: la mente y el corazón. La mente es una inagotable fuente de pensamientos. El cerebro es el instrumento de la razón, y el corazón es la herramienta de los sentimientos y los sentidos espirituales. Porque ¿en dónde sentimos primero la alegría, la tristeza, el temor? ¿Acaso no es en el corazón? ¿Entendemos ahora por qué se dice que el sentido del alma se halla en ese lugar?

Luego, hay algo importante que quiero subrayar. Cuando oramos con la boca, estamos en el inicio de la oración. Pero, si yo digo con mi boca: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”, o el “Padre nuestro”, o alguna otra oración a la Madre del Señor o a cualquier santo, a la vez que proceso esas palabras con mi mente, mi oración ya no es una simple plegaria con la boca, sino que pasa a otro nivel, el de la oración con la mente. Y si hago que esta oración —que empieza en mi boca y pasa por la comprensión de mi mente— pueda ser sentida por mi corazón, se convertirá justamente en la “oración del corazón”, situada en un nivel aún más elevado que las anteriores.

Veamos ahora qué dice el Santo Apóstol Pablo: “Prefiero hablar en la iglesia cinco palabras con la mente, que diez mil palabras con la lengua”. Como podemos comprobar, el Apóstol prefiere decir unas cuantas palabras con su mente, en la iglesia, que miles con su lengua, porque orar con la mente es mucho más que orar con la boca.

Ahora, lo que queda es preguntarnos: ¿se puede decir que la oración con la mente es ya perfecta? ¡En absoluto! Tampoco esta oración es perfecta. Los Santos Padres la llaman apenas “media oración”, o “ave con una sola ala”, u “oración con una pierna”, porque tampoco esta oración es perfecta. Necesita de algo más. Tenemos que llevarla desde la comprensión con la mente al sentir con el corazón. Cuando pronunciamos una oración con la boca, la entendemos con la mente y la sentimos con el corazón, esa oración se vuelve esférica, redonda, en movimiento con nuestro corazón. Se trata de una forma de oración mucho más avanzada, a la cual se le llama “oración del corazón”.

(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Cleopa vol. 1, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 41)