Palabras de espiritualidad

Para luchar contra las tentaciones

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

¡Ayúdame, Señor! ¡Dios mío, ven en mi auxilio! ¡Jesús mío, ayúdame! ¡Lucha en contra de quienes me atacan! ¡Toma el escudo y defiéndeme! ¡Devuélveles a mis enemigos sus flechas y sus lanzas!”.

Dios le otorgó a nuestra voluntad una perfección tan grande, una fuerza tan poderosa, que, aunque todos los sentidos se alzaran en contra suya, junto con todos los demonios y todo lo que hay en el mundo, atacándola salvajemente, nuestra voluntad podría, con toda libertad, despreciar todo eso.

Y si alguna vez la mente astuta de los enemigos y tu apetito irracional te embisten con una fuerza tan grande que te parece que no serás capaz de defenderte ni vencer, te aconsejo que no temas. No pierdas el coraje ni abandones tus armas. Al contrario, oponles resistencia y diles: “No renunciaré a la lucha, porque el Señor es mi luz y mi salvación. ¿A quién he de temer? El Señor es la fuerza de mi vida, ¿quién podría asustarme?” (Salmos 26, 1-2).

Luego, si alguien tiene enemigos que le acechan permanentemente y, viéndose incapaces de atacarlo de frente, lo embisten desde cualquier otra dirección, lo mismo debes hacer tú: reúne todos tus pensamientos y reconoce que no eres nada y que nada puedes. Así, acudiendo a Dios Todopoderoso, llámalo lleno de esperanza y con lágrimas encendidas, diciendo: “¡Ayúdame, Señor! ¡Dios mío, ven en mi auxilio! ¡Jesús mío, ayúdame! ¡Lucha en contra de quienes me atacan! ¡Toma el escudo y defiéndeme! ¡Devuélveles a mis enemigos sus flechas y sus lanzas!” (Salmos 34, 1-3). ¡Bendita Madre de Dios, ayúdame a no caer presa de mis enemigos!

(Traducido de: Nicodim AghioritulRăzboiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, p. 44)