Para no malinterpretar el sentido de la humildad cristiana
Lo más importante para nosotros es servir a Dios y dejar que sea Él Mismo quien nos ascienda allí donde quiera que estemos.
Seamos humildes, es decir, sin pretensiones ni ambiciones, y sobre todo sin veleidades religiosas. Nadie ha dicho que, por el hecho de ser cristianos, no tenemos derecho a ocupar puestos importantes en la sociedad, en la cultura o en el gobierno de nuestra nación. Claro que podemos ejercer tales responsabilidades —¡Dios quiera que haya cada vez más cristianos en puestos de decisión y en lugares desde donde puedan ayudar a otros!—, pero lo más importante para nosotros es servir a Dios y dejar que sea Él Mismo quien nos ascienda allí donde quiera que estemos. Así lo hizo la Madre de Dios, quien parecía conocer ya las palabras de San Isaac el Sirio: “La perfección es un abismo de humildad”.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Maica Domnului, Raiul de taină al Ortodoxiei, Editura Eikon, Cluj-Napoca, 2003, p. 108)