Palabras de espiritualidad

Para no señalar a Dios por todo lo que nos sucede

  • Foto: Doxologia

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Son muy pocos los casos en los que Dios permite que algún cristiano piadoso sea tentado, para ayudar a un pecador a que se convierta. Sin duda, aquel hombre recibirá una doble retribución.

Padre, ¿es correcto afirmar que las distintas tentaciones que enfrentamos en nuestra vida provienen de la voluntad de Dios?

—No. No mezclemos la voluntad de Dios con la tentación y con todo lo que esta conlleva. Dios permite que el demonio tiente al hombre hasta un cierto punto, y al hombre lo deja libre para elegir entre el bien y el mal. Pero Dios no es culpable del mal que comete el hombre.

Por ejemplo, Judas era un discípulo de Cristo. ¿Podemos decir que fue la voluntad de Dios que él vendiera al Señor? No, porque fue el mismo Judas quien permitió que el demonio entrara en su alma. Alguien le dijo a un sacerdote: “Padre, por favor, haga un Trisagion por Judas”. Esto es igual a decir: “¡Tú, Cristo, eres un injusto! Fue tu voluntad que Judas te vendiera. ¡Ahora, ayúdalo!”.

Son muy pocos los casos en los que Dios permite que algún cristiano piadoso sea tentado, para ayudar a un pecador a que se convierta. Sin duda, aquel hombre recibirá una doble retribución.

Es decir que Dios les permite a algunos pagar sus pecados en esta vida; pero, al ver que estos se quejan sin motivo alguno, les concede también la posibilidad de ser ayudados por la paciencia de otros que, aún sin haber pecado, sufren, pero no se lamentan. Pensemos, por ejemplo, en una familia muy piadosa a la que, durante un terremoto, prácticamente les cae la casa encima. Luego de un tiempo de terribles sufrimientos, todos mueren. ¿Por qué permitió Dios que eso pasara? Para que otros no se quejen cuando sean castigados por sus faltas.

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulCuvinte duhovnicești, Vol. IV Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, p. 214)