Para que haya paz con tu esposa...
Enséñale también el temor de Dios y todo fluirá como si fuera un manantial, y tu hogar se llenará de bendiciones.
Arranca de la mente de tu esposa las palabras “mío” y “tuyo”. Si en algún momento pronuncia un “mío”, dile: “¿Cómo así, 'tuyo'? Yo no conozco nada de eso y nada de lo que tengo es 'mío'. Entonces, ¿cómo me dices 'mío', cuando todo es tuyo?”. Y con esto no la estarás lisonjeando, sino que estarás hablando con sabiduría. Sólo así podrás aplacar su ira y alejar la amargura que hay en su alma. No hables impetuosamente con ella, sino equilibradamente, con bondad, con respeto, con amor. Hónrala, y no necesitará la honra de nadie más. No necesitará que nadie más la elogie, si tú mismo la elogias. Enséñale también el temor de Dios y todo fluirá como si fuera un manantial, y tu hogar se llenará de bendiciones.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cum să întemeiem o familie ortodoxă, Editura Sophia, Bucureşti, p. 53)