¿Para qué podría ser útil tanto dolor?
Sucede a veces que, cuando el médico opera a un enfermo, éste, debido al dolor, se agita, rompiendo los vendajes, intentando extraerse las agujas, golpeando e insultando al que lo está interviniendo... ¿Cómo responderá el médico? ¡No estaba operando al paciente para lastimarlo, sino para sanarlo! La insensatez del enfermo podría llevarlo a la misma muerte. Lo mismo hacemos nosotros, cuando reaccionamos ante las pruebas que Dios nos envía para aprovecharnos espiritualmente. Aceptemos el dolor, el sufrimiento y las pruebas, medicamento de Dios. Suframos la amargura, lo difícil de las situaciones, agradeciéndole, expresándole nuestra gratitud, admitiendo que nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y Benevolente, sin equivocarse jamás.
Todas las tentaciones, las enfermedades y las pruebas, son lecciones espirituales que Dios utiliza para prepararnos para la vida eterna. Todas las tentaciones tienen un sentido espiritual. Del “éxito” de ellas, si atendemos con paciencia y obediencia a la voluntad de Dios, depende el “diploma” que recibiremos: la vida eterna. Todas las pruebas tienen como propósito que avancemos en la humildad, en el auto-conocimiento y la auto-crítica. Las pruebas guían espiritualmente al hombre.
Cuando el alma vive con el sentimiento de lo eterno, el sufrimiento se ve atenuado. Y no sólo atenuado, sino que también el alma aprende a pedir perdón por sus faltas, con sinceridad profunda. Cuando nos oponemos a ese “renunciar a nosotros mismos” que Dios nos pide por medio de las pruebas, detenemos el trabajo de Su voluntad.
Sucede a veces que, cuando el médico opera a un enfermo, éste, debido al dolor, se agita, rompiendo los vendajes, intentando extraerse las agujas, golpeando e insultando al que lo está interviniendo... ¿Cómo responderá el médico? ¡No estaba operando al paciente para lastimarlo, sino para sanarlo! La insensatez del enfermo podría llevarlo a la misma muerte. Lo mismo hacemos nosotros, cuando reaccionamos ante las pruebas que Dios nos envía para aprovecharnos espiritualmente. Aceptemos el dolor, el sufrimiento y las pruebas, medicamento de Dios. Suframos la amargura, lo difícil de las situaciones, agradeciéndole, expresándole nuestra gratitud, admitiendo que nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y Benevolente, sin equivocarse jamás.
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere de Pr. Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 7-8)