Palabras de espiritualidad

Para reconocer las pasiones que dominan nuestro corazón

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Las malas acciones en las que caemos a menudo y su intensidad nos demuestran que en nuestro corazón tenemos la tendencia a dicha pasión,

La suma de todas esas disposiciones del corazón conforma la personalidad del hombre y define su carácter; por eso es que debemos conocerlas especialmente. Y esto no implica un gran trabajo: nuestra sincera conciencia ante nosotros mismos nos impedirá esconder lo que domina en nuestro corazón y los “dueños” de este. Para esto contamos con una señal muy clara: las malas acciones en las que caemos a menudo y su intensidad nos demuestran que en nuestro corazón tenemos la tendencia a dicha pasión, que nos hace caer en tales actos. Si, por ejemplo, señalando a otro, alguien dice: “¡Mira lo que hace este!”, y viene otro y repite con dureza: “¡Qué cosa tan desagradable!”, haciendo una mueca de desprecio, para luego empezar a hablar —con agrado— sobre las malas acciones del primero, no es difícil concluir que dicha persona sufre de la pasión de juzgar a sus semejantes.

Semejante verificación nos lleva al conocimiento de las pasiones que se enseñorean en nosotros o las que penden sobre todos los demás. Sabemos que la raíz de todos los males es el amor a uno mismo (egoísmo). De este nacen la soberbia, la avaricia y la búsqueda de placeres, que luego dan origen a las demás pasiones. Estas pasiones perviven en el interior de cada pecador, pero a un nivel que varía de un individuo a otro: en uno domina la soberbia, en otro la avaricia, y en otro el amor a los placeres.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Pregătirea pentru Spovedanie şi Sfânta Împărtăşanie, Editura Sophia, 2002, pp. 81-82)